Hace
tiempo mi buen amigo Juan me escribió desde un lugar peculiar donde una línea
imaginaria divide el tiempo dándote una hora más o menos en función de la orilla donde te encuentres. Si algo somos, eso es tiempo, por lo que entiendo que al
dividirnos nunca dejamos de estar en alguno de esos lados y así es... vagando
eternamente en el pasado, con una hora más o menos.